Un persistente error geológico descubierto: un gran avance para la exploración de petróleo y gas natural.

comunicado de prensa

San Diego, 25 de marzo de 2010. Durante décadas, un error geológico insospechado ha limitado la comprensión técnica de cómo, dónde y por qué se forman los depósitos de gas natural y petróleo. Poner al descubierto este error fundamental y corregirlo traerá nuevos conocimientos y potenciales descubrimientos de grandes reservas energéticas. Desde los años 1930, la idea de la convección en el manto ha estado unida indisolublemente a las interpretaciones geológicas de la dinámica de la Tierra. En un artículo que se acaba de publicar en la edición del 25 de marzo de 2010 de la revista científica "Current Science", el geofísico Dr. J. Marvin Herndon pone de manifiesto un problema muy serio con el concepto imperante de la convección en el manto de la Tierra y revela sus profundas implicaciones en la exploración de petróleo y gas natural.


Durante décadas, los geólogos y geofísicos han supuesto que en el interior del manto de la Tierra hay convección. Pero según el descubrimiento de Herndon, la convección del manto de la Tierra es físicamente imposible. Como explica en su artículo, el manto está comprimido por su propio peso y por el peso de la corteza, por lo que la parte inferior es un 62% más densa que la parte superior. La mínima cantidad de expansión termal que puede ocurrir en la parte inferior, menos del 1%, no puede hacer que la materia en la zona inferior del manto flote a la superficie ni hacer que el manto sea más pesado en la zona superior, dos condiciones necesarias para la convección.


El descubrimiento de Herndon tiene implicaciones revolucionarias para los geólogos, quienes durante décadas han aplicado incorrectamente relaciones matemáticas de justificación de la convección en el manto comprimido por la gravedad: esta relación solo es válida para líquidos incompresibles.


Nombres que nos son familiares como Pangea, Gondwana y Placas Tectónicas empezaran a esfumarse en la historia, y serán reemplazados en el siglo XXI por una comprensión más correcta de la geología y la geodinámica sin convección en el manto. Desde el punto de vista de Herndon, virtualmente toda gran actividad geológica es consecuencia de un único proceso: la fragmentación de la corteza terrestre - la ruptura de la corteza para generar una nueva área de superficie y alojar un mayor volumen planetario causado por la descompresión.


La fragmentación de la corteza, llamada falla, provee todos los componentes esenciales para la formación de depósitos de petróleo. Las fallas causan la formación de cuencas profundas, como ocurre actualmente en el triángulo de Afar del noreste de África. Al aumentar de tamaño por el calor canalizado hacia arriba desde lo profundo de la Tierra, las elevaciones causadas por la dilatación bajo la superficie pueden secuestrar tierras inundadas por mares y crear depósitos de halita evaporada que llevan a la formación de domos, y la tierra elevada puede sufrir procesos de erosión, proveyendo así el material sedimentario para el rellenado de las cuencas con rocas almacén. Es más, la fragmentación de la corteza puede, potencialmente, exponer las cuencas profundas a fuentes de metano abiótico del manto y, aunque todavía es controvertido, hidrocarburos derivados del metano. Basándose en el conocimiento que desarrolló con respecto al Sistema de Fallas del Este de África y de la falla subyacente a las Trampas siberianas y los extensos depósitos de gas natural y petróleo asociados con ellas, Herndon pronostica que la región bajo las Trampas de Deccan en India, extensamente fisurada, se convertirá en un lugar de grandes descubrimientos de recursos energéticos. Es más, el primer descubrimiento ya ha sido reportado.


Para más información: http://www.NuclearPlanet.com/oil.html


Para la versión PDF del artículo: http://www.NuclearPlanet.com/boost.pdf


Fuente: J. Marvin Herndon, Ph.D.
Transdyne Corporation
Email: mherndon@san.rr.com
Website: http://www.NuclearPlanet.com

Translation courtesy of Cecilia de León